Como padres nos preocupamos por nuestros hijos, y es normal preguntarnos ¿necesita mi hijo un psicólogo?
Debemos sacar de nuestra cabeza esa idea de que solo debemos acudir a un psicólogo (a un 
especialista), cuando hay una psicopatología grave o algún tipo de problema de salud mental, porque no es así.
Os vamos a mencionar algunos de los motivos, menos “graves”, por llamarlos de algún modo, que os deben alertar sobre vuestros/as pequeños/as y sus necesidades.
Normalmente estos problemas los detectaremos porque nuestros hijos no lo pasan bien o sufren en algunos momentos concretos, ya sea porque tengan problemas de conducta o con otros niños, por falta de habilidades sociales que hace que se sientan diferentes, por nervios descontrolados, dificultades para aprender o interpretar señales de los demás…etc.
Pero además podemos encontrar otros problemas más concretos como los que os dejamos en la siguiente lista, en los cuales es recomendable acudir a un profesional para evitar que empeore la situación:
- Malas noticias y mala aceptación de estas.
Un buen ejemplo de esto es lo que hablábamos el otro día, de darles malas noticias como la de un divorcio en casa, a veces aún si lo hacemos como se debe, nuestros hijos puede que reaccionen mal o no sepan asimilarlo. - Enuresis y encopresis.
Esto son escapes involuntarios que a menudo suceden en la cama mientras duermen, pero puede ocurrir a lo largo de todo el día y esto normalmente va minando su autoestima y su confianza en si mismo/a. - Se aisla.
El hecho de que tu hijo se aísle y no quiera relacionarse con otros niños, no es un tema que se deba «dejar correr», puesto que normalmente no se trata de un niño tímido (como suelen decir autoengañándose los padres y madres).
Si se deja sin darle la importancia que merece, puede desembocar en un mal desarrollo emocional de nuestro hijo. - No puede dormir bien por las noches.
Los despertares nocturnos son normales hasta los 3 ó 4 años, pero después de esta edad debemos tenerlos en cuenta, puede suceder por alguna razón que no tenga mayor importancia, pero también puede ocurrir a causa de terrores, pesadillas, estrés…
Debemos tenerlo en cuenta, de cualquier modo, viéndolo con un profesional. - Agresividad.
Normalmente se trata de una respuesta transitoria, una reacción que se lleva a cabo por impotencia, por no saber expresarse, pero normalmente con una intensidad leve, de no ser así, es cuando debemos prestar mayor atención. El problema viene si persiste o si la intensidad aumenta progresivamente.. - Miedo a separarse de mamá.
Como ocurre con la agresividad, es una etapa por la que debe pasar, no tiene nada de raro. El problema viene si se prolonga en el tiempo o se convierte en algo imprescindible para su día a día. - Dificultades en el aprendizaje.
Se tratan de las dificultades que sufre nuestro hijo a la hora de asimilar contenidos, pero estas las conocemos más que de sobra, si no es así, o quieres recordarlas, puedes hacerlo rápidamente pinchando sobre este enlace. - No conoce si es un niño o una niña.
Aunque puedas creer a priori, que es algo imposible, no es así, sucede y más de lo que podemos imaginar. Pero tranquilos, en estos casos, con un especialista y tu apoyo y cariño, tu hijo sabrá quién es y resolverá todas sus dudas. - Sufre bulling.
Este es un tema muy candente y muy serio, de modo que será el próximo post que subamos. El cómo detectar y tratar el bulling.
Si nuestro hijo o bien lo sufre o bien lo hace, debemos estar atentos y cortarlo rápidamente, no es un juego y supone grandes problemas.
Lo notaremos, en caso de ser los padres del acosado, por detalles como:
– Nuestro hijo no quiere ir al colegio normalmente
– Sus notas han bajado repentinamente y de una forma considerable
– Empieza a tener una serie de complejos que antes no tenía
Con todos estos puntos, debemos de tener cuidado, son pequeños detalles que hacen que nuestro hijo pueda tener dificultades en su día a día y que puede que le estén impidiendo o bien ser plenamente feliz o incluso desarrollarse con normalidad tanto social como académicamente.
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