Martina tiene 8 años y cada día se levantaba triste y sin ganas de ir al cole.
Frecuentemente decía que estaba malita, en otras ocasiones se ponía a llorar haciendo lo imposible para quedarse en casa.
Cuando en clase tenían que hacer tareas que requieren de un esfuerzo mayor para leer o escribir se ponía muy nerviosa, intentaba evitarlas a toda costa y presentaba un retraso en estas áreas con respecto a los niños de su edad.
Para Martina, leer era un mundo, no entendía como el resto de sus compañeros lo hacían tan fácil, sin apenas equivocarse. Esto generaba en la niña una baja autoestima y una gran frustración que le afectaba en todas las áreas de su vida.
Sus papás, que estaban muy preocupados por ella fueron a pedir ayuda y tras realizar una valoración exhaustiva se realizó una intervención con la niña para ayudarle a ponerse al nivel de sus compañeros en el ámbito lectoescritor, además de ponerse en marcha ciertas pautas tanto en el cole como en casa, que favorecieron el éxito de la terapia.
¿Qué ejercicios hicieron desde casa sus papás con Martina para mejorar su pequeña dificultad?
Pues tal como les recomendó la psicopedagoga, empezaron a leer cuentos sencillos, despacito y entendiéndolos, haciendo un breve resumen con ellos cada vez que terminaban uno.
Sin presionar a la pequeña Martina en ningún momento y apoyándola con refuerzo positivo siempre, para reducirle
el estrés que le causa leer, practicaban con juegos como el encadenado o al ¡veo, veo! (utilizando como pistas siempre letras).
Además de esto, su mamá empezó a jugar mucho con la pequeña Martina a ver quién encontraba antes las diferencias en dos dibujos casi iguales, a encontrar palabras en una sopa de letras o a resolver un crucigrama (todo siempre enfocado para niños de 8 añitos, que son los que tiene Martinita).
Como la lista de actividades que les dio la psicopedagoga era muy extensa, les recomendó que no hicieran que aborreciera ninguna actividad y que por tanto fueran rotando de modo que, si unas semanas están leyendo muchos cuentos, pudieran cambiar a juegos de memoria o cualquier otra cosa de la lista.
Esta fue la lista que les dio la piscopedagoga:
Ahora, meses después de empezar a trabajar con todo esto, Martina lee todos los carteles cuando va con sus padres en el coche o están por el súper comprando y se siente muy contenta de poder hacerlo, así como de los avances conseguidos y de poder leer casi sin ayuda los cuentos de los que hablaban sus compañeros.
Os dejamos algunos ejemplos: