Volvemos a nuestra familia con la que ilustramos la teoría de las peleas y rabietas con los casos prácticos.
Marc, el primo de Martina, está trabajando junto a sus padres en la extinción de las rabietas y, poquito a poco, están logrando avances muy positivos. Sin embargo, el lunes, los papás de Marc recibieron una carta de la tutora de su peque:
“Queridos Ana y Luis, os escribo para informaros de que, desde hace una semana, Marc está pegando a sus compañeros, les muerde y empuja cuando no quiere compartir los juguetes. Intentad corregirle desde casa para que la situación no se repita. Gracias, un saludo”.
Ana y Luis no se lo pueden creer, “¿Marc pegando a los demás niños? ¡Pero si en casa nunca ha pegado ni se ha comportado de forma agresiva con nadie!” dice Luis. Pese a no dar crédito, ambos están de acuerdo en que es una conducta que no pueden consentir, de modo que deciden intervenir desde ya, corregir la conducta y enseñarle a Marc otras formas de expresar que no quiere compartir los juguetes y, por supuesto, también le enseñarán los beneficios de compartir con los demás.
Es miércoles y Ana y Luis tienen la tarde libre, por lo que deciden llevar a Marc al parque y ver cómo se comporta con niños de su edad. Al principio todo va estupendamente, pero de repente Marc y una niña quieren el mismo columpio. Sin pensárselo dos veces, Marc empuja y muerde a la niña, que se pone a llorar desconsolada. Inmediatamente después, Ana y Luis se acercan a Marc, se agachan hasta ponerse a su altura y muestran su cara de disgusto con lo que acaba de ocurrir.
“Marc, no se debe pegar a nadie, ese comportamiento que has tenido nos enfada mucho”.
Se aseguran de que la niña está bien y ofrecen a ambos niños la opción de que primero utilice uno el columpio, juntos cantan una canción y, después, cambian de posición y vuelven a cantar la canción. Los dos niños se muestran entusiasmados con la idea. Primero utiliza el columpio la niña y, pasados 5 minutos, el turno es para Marc.
“¿Ves qué divertido, Marc? Así, juntos, lo pasáis mejor que si solo utilizas tú el columpio. ¡Estás haciendo una amiga estupenda!”
Ana y Luis se apartan y vuelven al banco en el que estaban sentados para observar a Marc desde lejos. Al poco rato ven como Marc y su nueva amiga están dejando que más niños utilicen el columpio, por turnos, sin enfados, empujones, ni peleas. De todas formas, saben que de vez en cuando volverá a ocurrir y que deberán volver a recordarle a Marc que no se puede pegar a los demás niños, bueno, ¡ni a nadie!