Caso práctico: “La Dislexia”

Papá y mamá (los vecinos) vienen de la escuela y el psicólogo del colegio de Pablo les ha diagnosticado dislexia discalculia, pero les ha tranquilizado al decirles que, con trabajo y perseverancia tanto por parte de Pablo como de la familia, no tendrá ningún problema a la hora de desarrollar las actividades del día a día y podrá aprender a compensar las dificultades que presenta, como son la lectura, la ortografía y cálculo matemático.

Papás celebran un ejercicio correcto

Al llegar a casa se sientan y preparan una serie de juegos que han comentado con su tutora y deciden que todos los días (unos días con mamá, otros con papá y otros todos juntos) como si de una rutina se tratara, se sentarían con el pequeño Pablo a practicar sus dificultades en el aprendizaje.

Han impreso unas cuantas plantillas compuestas por dibujos en los que debe encontrar las diferencias, sopas de letras, listados de números en los que alguno está mal puesto… que les han prestado desde el cole. También imprimen puzles y laberintos que se han descargado de internet de modo que, durante 10 minutos al día y haciéndole creer que es un juego y no más deberes, puedan jugar y estimular a Pablito.

Papá juega con PabloEl mismo martes de la reunión en el cole, empezaron a practicar. El papá le presentó a Pablo una sopa de letras y, juntos, empezaron a jugar a ver quién encontraba las palabras más rápido.
El miércoles cambiaron de juego. Esta vez jugaron a cronometrar cuánto tiempo tardaba cada uno en resolver un laberinto y, el que consiguiera hacerlo más rápido. Eso sí, prestando a atención e intentar hacerlo de forma correcta y sin errores.

El jueves le dieron otra vuelta y, jugaron a intentar memorizar un dibujo y, pasados unos segundos (los suficientes para que Pablo pudiera fijarse bien en todo) cambiaban el dibujo por otro muy similar, aunque con diferencias. Pablo debía encontrarlas.

Así, con juegos de este tipo, consiguen que Pablo esté interesado en practicar y mejorar sus dificultades académicas. Al plantearlo de esta forma, Pablo llega a las 20,00h cada día con ilusión ya que, para él, es la hora de jugar con sus papis a algún juego entretenido, mientras que los padres están tranquilos porque saben que hacen lo posible por ayudar a su pequeño desde casa también, se sienten útiles y no tienen la sensación de que solamente está en manos del psicólogo o el colegio, sino que ellos también colaboran (aspecto muy importante en todo trabajo con niños).

Reflexión

Si tu hij@ tiene dificultades de algún tipo, lo mejor es ofrecer apoyo y ayuda desde casa (al margen de acudir a un especialista) de la forma más continua posible y siempre enfocándolo como un juego, para que “nuestro Pablo” tenga ganas de practicar.

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