El Trastorno de Aprendizaje No Verbal (TANV) se manifiesta como una colección de obstáculos en la percepción visoespacial, táctil y psicomotriz, mientras que, generalmente, las capacidades verbales se mantienen intactas.
Trastorno de aprendizaje no verbal o TANV
Este trastorno es reconocido como una clasificación clínica neuropsicológica, que se distingue por desafíos en el razonamiento espacial, actividades visoconstructivas, control motor fino y táctil. A menudo, esto se acompaña de dificultades en el ámbito socioemocional, destacando una diferencia notable entre la inteligencia verbal y la visoperceptual, según las Escalas de Inteligencia de Wechsler (WISC, WISC-R).
El marco neuropsicológico de individuos con trastorno de aprendizaje no verbal, propuesto por Rourke y colaboradores (1990), categoriza los déficits y habilidades neuropsicológicas, identificando distintos grados de impacto en cada proceso.
En cuanto a atención y memoria, los infantes con TANV enfrentan retos atencionales en un rango del 40 al 70%. La atención visual se ve afectada por los problemas visoespaciales. Relativo a la memoria, los desafíos también son predominantemente visuales, evidenciando dificultades en recordar ubicaciones e integrar elementos visuales.
Aunque la capacidad lingüística referente a la estructura del lenguaje se conserva, se observan obstáculos en la selección semántica apropiada, originados por el desuso de claves contextuales. Además, la pragmática del lenguaje está comprometida, resultando en un discurso desorganizado y repetitivo, con uso limitado de expresiones faciales para comunicarse, afectando tanto la expresión como la comprensión verbal.
Respecto a la lectura, los niños con trastorno de aprendizaje no verbal o TANV, experimentan dificultades iniciales, pero una vez superadas, logran leer de manera fluida y rápida, presentando, no obstante, déficits en la comprensión lectora.
En el área del cálculo, demuestran habilidad para memorizar datos matemáticos, pero enfrentan retos al aplicarlos en la resolución de problemas. Las dificultades en cálculo y, recientemente, en geometría, se vinculan con la Memoria de Trabajo-Visoespacial (MTVS), encargada de mantener y procesar información visual y espacial de forma secuencial y simultánea. Los niños con TANV muestran un desempeño inferior en tareas de MTVS y en aritmética relacionada con procesos visoespaciales.
En el ámbito de habilidades perceptuales y motoras, experimentan obstáculos en subpruebas del WISC y en la prueba Figura Compleja de Rey, indicativo de alteraciones en la percepción de análisis global, asociadas con el hemisferio derecho. Asimismo, muestran deficiencias significativas en funciones motoras, especialmente en la mano izquierda.
En cuanto a la función ejecutiva, se reportan dificultades en la generación de estrategias y baja capacidad para beneficiarse de feedback en la resolución de problemas, junto con una falta de flexibilidad cognitiva.
En el aspecto emocional y social, el TANV limita la interpretación social y emocional, resultando en una menor precisión en identificar gestos y expresiones faciales y en déficits en habilidades sociales, colocando a estos niños en desventaja en el entorno escolar.
Para el diagnóstico, la Escala Wechsler es la herramienta más utilizada, empleando la diferencia entre los índices verbal y perceptual como criterio diagnóstico del trastorno de aprendizaje no verbal o TANV.
El diagnóstico diferencial se complica debido a la variedad de disfunciones cognitivas, emocionales y sociales que manifiestan los niños con TANV, compartiendo similitudes principalmente con el Síndrome de Asperger y el TDAH, siendo estos los más citados en diagnósticos diferenciales.